Lunes 11 de Mayo de 1998, 7:15 am: Apenas me despierto, y mientras me preparo para ir al colegio, observo los rostros compugnidos de mis padres. Luego de dar los buenos días, les pregunto, ¿Qué pasa? Mi madre inmediatamente prorrumpió en llanto. Mi padre, triste y sereno, me confiesa la razón de la angustia: falleció el Dr. José Francisco Peña Gómez, ilustre político dominicano.
No lo podía creer. Contaba yo con apenas 15 años de edad en ese momento, y en ese tiempo la política era más polémica por los votos, no como ahora que hay que comprar conciencias para los votos. Los medios de comunicación informan el deceso del líder del Partido Revolucionario Dominicano en la noche del 10 de mayo de 1998, a consecuencia de un edema pulmonar, tras batallar con el cáncer hepático que vivía sufriendo hace varios años atrás. Llevé una cinta negra en mi brazo derecho al llegar al colegio. Compartí con algunos compañeros de aula que se dividían entre los que también seguían el duelo y los que aparentemente se alegraban de la muerte, en tonos de carácter xenofóbico.
Sí. Xenofobia. Miedo o desagrado de los extranjeros.
El Dr. Peña Gómez fue hijo biológico de un haitiano y una dominicana. Al arreciar la Matanza de Haitianos del 1937, tuvieron que adoptarlo para que pudiera salvar la vida, y desde entonces ejercer la línea que lo llevara hacia su cúspide en la sociedad dominicana. Fue maestro de escuela, hizo sus estudios universitarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y luego se dedicó al ejercicio político con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Influenciado por la ideologías políticas del Profesor Juan Bosch, Peña Gómez destacó por su firmeza y sus propios pensamientos políticos, tildado como un líder natural sin tapujos y defensor de los intereses democráticos de la nación dominicana. Asumió un papel de importancia en la Revolución de Abril del 1965; desde el programa Tribuna Democrática (organismo radial del PRD) denunció la inmoralidad del Triunvirato y fue detenido por sus conspiraciones. Tambien abogó porque se respetaran los derechos que culminaran con la guerra civil de ese entonces.
El Dr. Peña Gómez también destacó por sus relaciones cordiales con líderes internacionales y y su tenaz defensa de los derechos humanos, siendo un líder indiscutible en la Socialdemocracia. En el ámbito político, supo enfrentar con garras y dientes a quienes les era contrarios; los rivales más influyentes fueron su antigüo maestro en la política Juan Bosch, Jacobo Majluta y el célebre Dr. Joaquín Balaguer, con quien tuvo disputas en el electorado y la simpatía del pueblo dominicano. Su carrera política la puedo catalogar de exitosa, aunque nunca tuvo la grata oportunidad de ser Jefe de Estado. Fue víctima de ser discriminado por su origen haitiano, políticas desacertadas como decían afirmar sus contrarios, y lidiar con la sombra e influencia del Dr. Balaguer. El propio Dr. lo ha catalogado como un digno rival en la contienda política, en más de una ocasión. Su simpatía y enardecida dedicación le hizo ganar seguidores fieles a su causa y pensamiento político, como le he sido yo desde temprana edad.
José Francisco Peña Gómez fue un hombre de una extensa vida pública. Desde impartir clases en una escuela, Abogado de profesión, locutor de radio, Alcalde de la ciudad de Santo Domingo, y reconocido líder de una de las fuerzas políticas más influyentes del país, así como figura influyente en la Internacional Socialista. Su legado nos deja a uno de los más exitosos, revolucionarios y por ende, un legendario político en la República Dominicana.
Primero la Gente.
POSTDATA: A continuación, me tomaré la libertad de transcribir una de sus poesías, que se llama al igual que la publicación de este blog.
Lloran Las Viejas Campanas (En honor a los caídos de la revolución de Abril del 1965)
Lloran las viejas campanas
de los templos colonales
y las madres quisqueyanas
vierten de llanto raudales
Llora el violín y el armonio
llora la viuda enlutada
y la novia abandonada
que perdió su matrimonio
Llora la Patria sufriente
a Capocci y Juan Miguel
y llora profundamente
al Coronel Rafael
Llora a Soler con unción
a Fellito y a Lluberes
César Llibre, Horacio Pérez
llora a Ledesma Colón
Llora a Luis Arias Collado
y le tributa un responso
al bombatienre abnegado
teniente Cádiz Alonso
Llora a Rodrigo Lozada
y llora a Freddy Mejía
y a la Coronela osada
llora con melancolía
Llora al viejo Wenceslao
llora a Gaby y a Fernando
y también está llorando
por Luis Reyes y Cibao
Llora a Yolanda Guzmán
llora a Oscar y a Baldemiro
y a Patablanca, el titán
llora con hondo suspiro
Del altar de Cristo a pie
por Conde las niñas lloran
y piedad al cielo imploran
por la tierra de Milé
Hay silencio sepulcral
con el Congreso desierto
junto a la Ley Nacional
Manuel y Arévalo han muerto
Llora indignada la gente
a nuestra Amelia Altagracia
núbil doncella inocente
mártir de la Democracia
Llora a Guido y a Segarra
Rubén y Morel Taveras
y honda pena la desgarra
por la muerte de Balderas
Mientras goza su festín
nuestra casta explotadora
una joven viuda llora
ante el sepulcro de Amín
Se hundió en la nada la estrella
de Pérez Naut y de Tito
ya no escucha Villa Mella
la voz del digno Polito
En memoria de Guillén
y del gran Otto Morales
brota piadoso el requiém
de las viejas catedrales
Y transmutado en veneno
llegó el terror hasta Europa
sirviendo su amarga copa
al desdichado Moreno
Haya habido o no desliz
son terror tus desventuras
Miriam ¡Oh viuda infelíz!
madre de cuatro criaturas
Casi solo al camposanto
sus deudos llevan a Homero
y bajo un raudal de llanto
se nos fue Ramos Peguero
Y Casado, el campesino
sobre la loma cayó
sufriendo el mismo destino
Parris, Boyoyo, Chapó
Eugenio, raza inmortal
junto a Cerón y a la Chuta
murió Amaurys en su gruta
como un Héroe Nacional
Llora Gualey a Mangá
y al Comandante Perdomo;
muertos fueron por el plomo
Lagrange, Stalin, Naná
La invencible Ciudad Nueva
llora a Jáquez y a Ferrand
al rana Alcides Germán
y al Sargento Villanueva
Llora a Jacques Viaux y a Riviere
y al combatiente ignorado
que prefirió aparecer
a vivir arrodillado
Lloran las madres también
a los soldados caídos
hombres del pueblo perdidos
para la fama y el bien
Aunque sirvieron al fuerte,
compatriotas nuestros fueron
que la dura Ley cumplieron
de recibir o dar muerte
Hay luto y sangre en la tierra
que se desangró luchando
para después de la guerra
seguir con su dolor llorando
Y llora el bronce sonoro
de los altos campanarios
a estos bravos legendarios
del honor y del decoro
Que recojan en vuestras manos
las flores de nuestros huertos
y ofrendadlas quisqueyanos
en las tumbas de estos muertos
¡¡Lloran las viejas campanas
de los tiempos coloniales!!
José Francisco Peña Gómez (1937-1998)