Son nuestros vecinos.
Ganaron el crédito de ser la primera república latinoamericana y primera república negra en el mundo entero.
Sus ancestros fueron antiguos esclavos africanos traídos desde Francia que, hartos de la discriminación y perjurio de sus amos se sublevaron. Toussaint, Dessalines y demás patriotas formaron lo que es la nación haitiana desde 1804, en año nuevo.
Nos ocuparon por 22 años. Boyer y Solouque trataron de mantener la isla "una e indivisible", un precepto inmaculado por Toussaint. La nación dominicana se mantuvo en pie a pesar de la inestabilidad política en ambos bandos.
Geffard restauró brevemente la democracia haitiana. A principios de siglo XX inició un período de inestabilidad, que marcaría el país hasta nuestros días. Estados Unidos intervino entre 1915 a 1934. Los Duvalier impusieron la mano dura, característica de la época en las naciones latinoamericanas. Tras 30 años de duvalierismo, hubo recesión debido a la intervención de los militares en el poder. Aunque se calmaron las aguas un poco con las elecciones que pusieron a Aristide y Preval, el país ha quedado marcado por la pobreza que lo rodea producto de la baja economía y el poco sostenimiento propio que ha tenido, aún desde su época de colonia.
Recientemente, el terremoto del 12 de enero sumó una catástrofe de marca mayor a Haití. Por el momento, 200,000 personas perecieron y más de 1 millón y medio se quedaron sin hogar. El drama se puede palpar a flor de piel. Muchos ciudadanos haitianos claman por poder vivir más mientras lloran a sus hermanos perdidos. La desesperación se siente por todos lados y se respira infortunio y muerte en las calles de Puerto Príncipe.
La historia dominico-haitiana tiene sus vertientes. No son pocos los dominicanos que no quieren saber de un haitiano, y no son pocos los haitianos que sienten el resentimiento por haber perdido su media isla desde 1844. A pesar de las circunstancias, nosotros fuimos los primeros en darles la mano amiga en este momento crucial. Se olvidaron las xenofobias, los conflictos, y el odio colectivo. No descartemos que compartimos la isla, pero si nos sucediera a nosotros, no dudaré yo que Haití también nos daría la mano, aunque sea pequeña pero nos la da.
Haití tomará años en volver a ser nación. Muchos haitianos en vez de luchar por su reconstrucción mejor huyen en disápora. Los aborígenes del descubrimiento soportaban los huracanes. No quiero decir que se acobarden, temen morir ellos luego de huir. Lo que yo entiendo mejor es que deben fortalecerse como hermanos que son y deben renacer de los escombros. Nosotros, y el resto del mundo debemos ayudar a Haití a levantarse para que puedan caminar por sí mismos en lo adelante. Empezamos ahora cooperando con las causas humanitarias. No abandonemos a Haití.
GIVE HAITI A CHANCE!!!
3 comentarios:
cantinero! porque nadie se molesta en hacer un simple comentario :D jijijiji que poco professional no?!
Bueno canti... allá ellos si no quieren hablar. Yo sigo aquí!!!
Hola Khriz. Me encantó cómo llevaste la historia de Haití a otro nivel. Tu forma de apelar a la solidaridad humana con ese escrito es palpable. Yo en lo particular, puedo ayudar todo lo que quiera a reconstruir el vecino país y siempre que se me presente la oportunidad, aportaré mi granito de arena. No te puedo negar que en muchas ocasiones me molesta ver y darme cuenta de que muchos haitianos no tienen buen corazon y son mal agradecidos. Pero ya el Señor siempre nos decía que hagamos el bien sin mirar a quien y sin esperar que el que esté al lado sea que lo aplauda, si no que la recompensa vendrá de El.
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